La idea de borrar las redes sociales no es algo nuevo en mi vida. De hecho, la última vez que lo hice fue en marzo/abril de este año. Gracias a eso, me puse en contacto de nuevo con un chico, que es actualmente mi novio. Así que siempre podemos sacarle algo positivo a los cambios.
Me resulta
interesante volver a practicarlo. Lo llamo una desintoxicación de información,
de personas.
Estamos viviendo
un momento muy particular a nivel mundial, pero a nivel provincial se vive con
más euforia. Las redes sociales explotan, y como siempre, dibujando la
realidad.
Me considero una
persona bastante activa en las RRSS, pero la sobre información que tenía ya no
me hacía bien. Todo el tiempo investigando, mirando noticias, viendo qué hacía
tal persona en su tiempo libre, indignándome por cómo estaba el resto del mundo
en comparación a nosotros. Y así, una lista que puede seguir.
La idea es
hacerlo hasta el primero de octubre, ahí hacer un balance y una evaluación. No
creo que eliminar las redes sea una solución, bien usadas son necesarias y
pueden ayudarnos, pero si estaría bueno moderar el consumo, como pasa con
cualquier otra cosa de la vida cotidiana.
Intenté escribir
día a día cómo me iba sintiendo, los cambios, los logros, recaídas. Pero no fui
constante. Creo que eso se debe a que casi todos los días están siendo
parecidos.
Por el momento no
las extraño, me siento desconectada de la sociedad. No sé nada de mis amigas, o
de la gente en sí. No he visto las noticias, no sé qué está pasando en el
mundo, en el país, en Mendoza.
Me siento menos
ansiosa. No estoy consumiendo boludeces de influencers. No tengo necesidad de
comprar algo que ví en alguna historia. No tengo la necesidad de saber 24/7 qué
están haciendo todos.
De algo me di
cuenta. Interactuaba más con mis amigas por Instagram que por WhatsApp. En esta
semana casi no he hablado por ejemplo. No me molesta igual estar en una burbuja
unos días más, de hecho, no sé si quiero volver a tenerlas.
Es muy loco como
lo que “no pasa en las redes o en los medios, no sucede”, en esta burbuja sin
redes sociales no existe el Covid, el consumismo, la obsesión por likes, el
ejercicio para tener el cuerpo de tal, etc. Eso no sé si es bueno o malo,
porque en algún momento hay que chocarse con la realidad, enfrentarla y poder
afrontar lo que nos toca vivir hoy.
De a poco volví.
Las instalé de nuevo, obviamente no tengo los accesos rápidos en la pantalla de
inicio, algo que, aunque parezca tonto, es importante. Desinstalé las
notificaciones y al principio me olvidé que las tenía.
Fui metiéndome cada
vez menos, miraba algunas noticias, en Instagram miraba las páginas de editores
de videos, de cine, compartí alguna historia o publicación. Pero ya no tenía el
mismo objetivo de antes, ya no me importaba quién la miraba o quién le ponía
like a la foto. Supongo que el compartir con otros lo que nos hace feliz,
también es importante.
Nadie sabe lo que
está bien ni lo que está mal, lo principal es hacer lo que a uno lo haga sentir
cómodo, bien, pleno, y sobre todo, feliz.
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