lunes, 23 de mayo de 2022

Tigre


Hoy es un día especial para mí… Sin dudas que lo es. Quizás estaba evitando y alargando el momento, pero en el fondo sabía que iba a llegar. Para mi suerte y mi egoísmo, me tocó no estar ahí.

En realidad el hecho aún no sucede y estoy relatando esto en el futuro, pero para mí ya pasó. Las 5 horas de diferencia con Argentina me permitieron prepararme, llorar y estar triste, antes de que pase.

Hoy le tengo que decir adiós a un gran amigo y compañero… cuando somos chicos y una mascota llega a casa, nadie nos prepara para tener que despedirnos, sino que aprendemos a crecer con ellos. Nos acostumbramos a su presencia, a sus juegos, a sus mimos y a sus travesuras.

En fin, son como los abuelos, todos quisiéramos que sean eternos, que estén ahí para nosotros, siempre… pero el tiempo pasa, lamentablemente para ellos más rápido que para nosotros.

Tenía 10 años cuando llegó a casa. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Suena el timbre y salgo corriendo a abrir. Claro que primero miro por la ventana, ya que si no sabía que venía un reto de atrás. Desde mi altura no veía a nadie, pero cuando bajé la vista, ahí estaba, una caja de cartón con dos gatitos pequeños mirándome.

Uno era todo negro, obediente y cariñoso, y el otro era atigrado, más rebelde y juguetón. Éste último tenía algo en su pancita, por lo que me decidí quedarme con él. No sin antes tocar puerta por puerta de todo el barrio para dar con alguna familia para su amigo.

Y así el tiempo pasó. Y crecimos juntos. De mis 29 años, 19 los pasé con él. Tigre, el animal más cariñoso y fiel que he tenido. Quizás no todos tenemos la misma percepción con los gatos. Algunos creen que son antipáticos, egoístas e infieles.

Y la realidad es que quizás él tenía algo de eso para con los demás, pero conmigo no, era diferente. Detectaba cada una de mis emociones y estaba ahí, a los pies de mi cama o dentro de ella, para darme su calor y sus ronroneos infaltables.

Las últimas semanas fueron duras, pero a la vez agradezco ese tiempo que me dio para poder mimarlo mucho más. Fue como si él supiera que ya le quedaba poco. Hacía dos años que no se subía a mi cama, y esos días durmió todas las noches conmigo.

Se acurrucaba dentro de la cama, entre mis piernas y me apoyaba el lomo. Y ahí se quedaba. Cuando le daba calor subía a la almohada y se recostaba junto a mi cabeza. Pero siempre manteniendo el contacto.

Creo haber hecho todo lo que estuvo a mi alcance, juro que sí. Pero ya era momento de dejarte partir amigo mío.

¿A dónde se van los animales cuando mueren?, ¿Hay un cielo de mascotas?, ¿Reencarnarán? Quiero creer en todo eso, que existe, y que de alguna manera u otra seguirán siempre con nosotros.