Por momentos me siento muda, sin voz, sin poder sacar una palabra de mi boca. Tengo la necesidad de decir, de hablar, y no puedo. Me quedo callada. De mi boca solo sale un suspiro o una sonrisa; mis ojos brillan, se achinan o lloran.
Y por
dentro, un remolino de sentimientos.
Siempre
supe que escribía mejor de lo que hablaba, al menos tengo eso, un salvavidas
que me rescata de ese nudo en la garganta.
Pero no
está tan mal, hay tanta gente que habla mucho sin decir nada. Solo puedo ver su
boca en continuo movimiento y ningún sonido.
A decir
verdad, me gusta un poco mi silencio.
Pero ese
silencio a veces asusta al otro, lo aleja. Y yo callo para no mostrar
debilidad, vulnerabilidad, por orgullo, por temor al sufrimiento.
Me creo
lo suficientemente independiente y auto-suficiente como para resolver todo por
mi cuenta y no pedir ayuda, no sé hacerlo, porque termino haciendo lo que creo
que es mejor. Y me equivoco, una y otra vez.
A veces,
solo basta con mirar un poquito para adentro. Intentar observarnos, reflexionar
sobre nuestra conciencia y actuar. Pensar. Aceptarnos. Gustarnos.
Pero hoy
es día eso es casi imposible. Vivimos un día a día agitado, feroz, cargado de
rutinas y presiones. Incluso en esta pausa que nos regala el mundo, estamos
corriendo, apurados, preocupados porque la vida no se nos pase, por no perder
“oportunidades”, por ser mejores.
Cuesta
frenar. Cuesta pausar.
Pero si
no lo hacemos… cómo podemos saber hacia donde queremos ir?
Pongo por
escrito palabras que yo no dije, pero que me ayudaron con la introspección.
Palabras crudas, pero muy ciertas.
Por
momentos creemos que cuando estamos solos somos más fuertes, invencibles, que
nadie puede hacernos daño. Y no nos damos cuenta que los únicos que nos
lastimamos somos nosotros mismos.
Ahora ya
no estoy mas sola, o eso creo. Y ahora entiendo que es mejor así, tener un
apoyo, un cable a tierra.
Ahora
estoy con alguien que se interesa, se preocupa, se ocupa de mi. Y eso me
asusta. Porque cada vez me siento más vulnerable, desnuda.
Pero
también hace que me sienta más fuerte, más segura, más humana.
Hace que
me inspire, que crezca.
Y a decir
verdad, desde que lo conocí, estoy escribiendo más, y casi siempre sobre él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario